Escucho en la radio una noticia que retrata el aldeanismo analfabeto que campa en esa piel de toro que aún llamamos España. Un chaval de once años reclama su derecho a utilizar el castellano en un examen escolar. De hecho, el crío había pasado por el aro y había completado el mismo en catalán, mallorquín o ibizenco (ni entro en ese pastizal, que me da tanta pereza como indiferencia me produce) pero: Oh! Campos de soledad. Mustios collados! Cometió el terrible pecado de anotar la fecha en el idioma de Garcilaso de la Vega en lugar de hacerlo en el de Guifré el Pelòs. Verbigracia: 13-febrero-2009 en lugar de 13-febrer-2009. Tras tamaña afrenta a la patria, la profesora del alumno decidió descontar 0,35 centésimas del resultado final de la prueba.
Parece que esa fue la gota que colmó el vaso de la paciencia de los padres del chaval, de tal forma que decidió denunciarlo a los medios de comunicación (Es el diario “El Mundo” quien se hizo eco del hecho en su primera página del día de ayer).
La maestra (hace daño denominarla de tal modo, pero habrá que resignarse a tal desconsoladora circunstancia) no contenta con el injusto castigo, recriminó al crío que hablase el castellano en su casa, cuando éste argumento que aunque su padre era ibicenco y catalano-hablante su madre era andaluza de origen y desconocía tan bello idioma (matizo: no busquen ironía en esto último, que no la hay). La pava le espetó que era una vergüenza. Ya lo dice mi amigo Mase: si los burros volarán no veríamos el sol.
Mucho habría que hablar de la anchura de miras de la maestra en cuestión. Que (y eso es lo preocupante) no es sino el fiel reflejo de cierta parte de la clase política española. Otros analistas entrarán a ese trapo. Personalmente, pienso que cualquier tipo de floritura dialéctica se podría sustituir con un escueto y rotundo… : PALETOS!
Quería subrayar algo que en los medios de comunicación pasa inadvertido, aunque creo más importante que los delirios nacionalistas del cacique local de turno. Y es el afán fascistoide del Estado por limitar la libertad individual del ciudadano. (Porque la acción de esta “individua” encuentra su eco en la acción política, o mejor, es reflejo de ésta última). Que dicho afán afecte también al idioma que cada cual utilice para expresarse es más preocupante de lo que podamos pensar.
Y es que estamos tan acostumbrados como sociedad a que el Estado se inmiscuya hasta la nausea en nuestro entorno privado que aceptamos incluso que este tipo de situaciones casi sin reparar en lo que ello supone. Con qué legitimidad puede un Gobierno multar a un comerciante por rotular su establecimiento en un idioma o en otro, como ocurre en Cataluña? A Santo de qué se arroga este derecho? Bueno… ellos dicen que en favor de la defensa de la lengua catalana. Claro. Por supuesto. Pues oiga, defienda la lengua catalana en los espacios públicos (y si puede ser No con mi dinero. Aunque ya sé que algunas batallas están perdidas de antemano) pero deje a las personas utilizar el idioma que les venga en gusto. Que con las cosas de comer no se juega. Primero nos dicen qué idioma debemos utilizar. De ahí a sugerirnos qué debemos pensar media medio pasito. Lo clavó Orwell con su Gran Hermano.
Y lo peor de todo es que esta coacción política, este abuso de poder, este intento de menguar la libertad del ciudadano (estoy intentando resaltar el concepto, espero quede claro) se hace siempre desde las Instituciones en nombre del “buen rollito”, la solidaridad, la integración, etc, etc, etc. En definitiva, con una palabrería hueca, simplona y sonrojante.
O sea, que además de jodidos, tenemos que poner la cama y como levantes un poquito el tono reclamando tus derechos como individuo, lo más suave que te pueden llamar es insolidario. Y si lo que haces es indignarte, lo que eres es un fascista (sí, señora. Pásmese. Las palomas disparando a las escopetas…).
Dejen a ese crío que haga el examen en el idioma en que se encuentre más cómodo! Máxime cuando ese idioma es un idioma co-oficial y que todo el mundo entiende. Y hasta si lo quisiera hacer en inglés, pardiez! No nos analfabeticen con su discurso retrógrado de aldea del Alce. Pero sobretodo, no se inmiscuyan en nuestra vida privada con tanta naturalidad y tan poca vergüenza.
lunes, 20 de abril de 2009
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